Desde hace mucho tiempo que los perros nos han
acompañado, de ser animales salvajes como lo eran los antiguos lobos europeos
se han convertido en el compañero ideal para la gran mayoría de las personas.
Para entender esta relación debemos recordar
que durante muchos años el perro se vio sometido a un gradual proceso de
domesticación basado en el intercambio, algunos lobos menos miedosos y más
oportunistas decidieron acercarse a los asentamientos humanos para comer de los
desechos que dejaban las personas
después de comer.
Las personas a pesar del miedo que deben haber
sentido al ver a un animal salvaje cerca de sus asentamientos, posiblemente se
dieron cuenta de que el lobo era muy territorial y que defendería ese lugar de
otros depredadores.
Con el tiempo, esta relación se fue
transformando y de estar basada solamente en el interés también paso a depender del afecto.
En la universidad de Azabu de Sagamihara
(JAPON) hicieron un estudio para determinar que causaba este vínculo tan
espacial entre el perro y el hombre. En el cual se dieron cuenta que la oxitócina
(la hormona del amor) era la encargada de reforzar este vínculo entre nuestras
especies.
Primero que nada hicieron un análisis a cada
perro y su amo para determinar el nivel de oxitócina en sangre, luego comenzó
el experimento que consistió en tener a los perros y a sus dueños juntos en una
habitación durante 30 minutos, dejaron que se miraran, jugaron, los dueños
pudieron acariciarlos y hablarles.
Pasado estos 30 minutos realizaron un segundo
análisis en los cuales descubrieron que los niveles de oxitocina habían
aumentado considerablemente y que los dueños que parecían tener mayor contacto
visual con sus mascotas tenían una mejor relación con sus perros.
De esta manera queda claro que la oxitocina
cumple un papel muy importante en la relación entre el perro y el humano, cabe destacar que esta hormona la segrega
también el perro en presencia de sus cachorros y cuando sienten que pertenecen
a una manada.
Esta hormona nos da muchos beneficios, es la
encargada de hacernos sentir amor, cariño y otros sentimientos que nos alegran
la vida, produce en nosotros un estado de felicidad que no se acaba mientras
esta hormona se siga segregando.
Cuando estamos felices, somos positivos, somos
más amables con los demás, sonreímos y nuestra salud mejora enormemente, lo
mismo pasa con los perros y todo esto
gracias a la interacción entre ambas especies.
Por lo tanto, dedícale a tu perro el tiempo
que se merece, acarícialo, juega y conversa con él, no te va a entender pero
sabrá que lo estás tomando en cuenta y seguro que eso los hará sentir muy bien.




