Al igual que los humanos, los perros utilizan varios canales para percibir y enviar información, entre ellos el olfativo, el visual y el vocal. Desde cachorros, los perros emiten sonidos para llamar la atención de la madre, para marcar límites a la hora del juego y expresar dolor, incomodidad o para pedir comida.
A medida que el perro va creciendo, este canal de comunicación va perdiendo relevancia y es sustituido por el lenguaje corporal que consiste en una serie de movimientos y posturas que trasmiten la información necesaria para que otro perro entienda sus intenciones.
Con esto quiero aclarar que los ladridos no son necesariamente la principal herramienta de comunicación del perro, el ladrido normal de un perro como forma de comunicación es puntual y está muy relacionado al contexto, la frecuencia, el tono y la duración son tres factores que se deben tener en cuenta para comprender su significado.
Un perro normalmente puede ladrar como medida de alerta, avisando la llegada de un extraño a su territorio, puede ladrar al momento de jugar por la emoción o para invitar otro sujeto a jugar, también puede ladrar cuando siente miedo por una situación que considera amenazante.
El problema está cuando el perro ladra de manera compulsiva, para exigir algo o cuando se queda solo, este comportamiento puede ser motivado por aburrimento, estrés o simplemente aprendizaje.
Para prevenir es tipo de problema de conducta al igual que muchos otros es necesario el compromiso del humano para formarse y comprender cual es el proceso de aprendizaje del perro, llenar sus necesidades instintivas (Ej: una buena jerarquia, mucho ejercicio y actividades que le estimulen mentalmente), asegurarse de darle una correcta socialización evitando las malas experiencias y evitando reforzar comportamientos inadecuados.