Los perros y en general los animales de compañía son muy beneficiosos para el ser humano y especialmente para los niños, ya que influye positivamente en el desarrollo de ciertos valores y habilidades sociales como la responsabilidad, el respeto y la empatia.
Pero algunas veces esta relación puede volverse negativa, con perros que buscan jugar todo el día sin descanso mordiendo a los niños, perros que desarrollan miedo y prefieren no acercarse o perros que desarrollan comportamiento depredadores o agresivos hacia los niños.
Esto dependerá en gran medida de la forma en que el adulto le permita relacionarse al perro y al niño, si en un principio el niño esta todo el día jugando con el perro lo está acostumbrando a estar activo, se está condicionando... a medida que vaya creciendo, ese comportamiento se irá afianzando y como el perro se ira volviendo más fuerte, estos juegos serán cada vez más bruscos.
Si el cachorro es algo nervioso, el niño muy activo y no existe un control por parte del adulto, el perro podría sensibilizarse al tener que enfrentar una experiencia molesta o desagradable, que en el peor de los casos provocaría una respuesta asustadiza o agresiva por parte del perro.
Debemos recordar que el perro es como un niño más, que aprende (a su manera) de las experiencias, procura que la experiencia que tenga con los niños sea positiva y relajante.
Para crear una buena relación enséñale a tu niño a mostrar liderazgo de una manera sutil a través del proceso de jerarquizacion, especialmente controlando la atención que le presta al perro, evitando reforzar comportamientos inadecuados, enséñale a respetar el espacio del perro, enséñale a cumplir con hábitos saludables, siempre hay un momento para jugar, comer, aprender y descansar.
Y por último, recuerda que un perro es un ser vivo en pleno desarrollo no un juguete, la responsabilidad de criar y educar a un perro no debe estar en las manos de un niño, ellos pueden colaborar pero siempre deben estar supervisados por un adulto.