En escanina, no concebimos el paseo como una actividad mecánica ni como un simple recurso para “gastar energía”. Lo vemos como un proceso integral que puede mejorar la vida del perro si está bien estructurado. Para que el paseo tenga sentido terapéutico, emocional y físico, debe pasar por cuatro fases clave: ejercicio físico, estimulación mental, entretenimiento y calma. La proporción de cada fase varía según el perro, su personalidad y sus necesidades puntuales.
Lo primero que hay que entender es que el paseo comienza antes de salir. Desde el momento en que recibes al perro, ya estás influyendo en su estado emocional. Tu actitud, tu energía, tu forma de saludarlo y de colocarle el arnés son parte de esa primera impresión que marca el ritmo del paseo. Si lo haces con calma, firmeza y alegría, ya estás sembrando la base correcta.
La fase física es la más reconocida: caminar, trotar, jugar con intensidad moderada. Pero no se trata solo de movimiento. Se trata de canalizar la energía que el perro tiene, ayudarlo a conectar con el ritmo del entorno y evitar que acumule tensión o ansiedad. Algunos perros necesitan más actividad porque están en una etapa joven o porque tienen altos niveles de energía. Otros requieren ejercicios más pausados. Saber evaluar eso hace la diferencia.
La estimulación mental suele pasarse por alto, pero es clave. Un perro que piensa, explora, investiga y resuelve retos es un perro más equilibrado. Por eso, se incluyen juegos olfativos, pequeños desafíos como encontrar una golosina, explorar un rincón nuevo, o practicar alguna indicación como “sentado” o “espera” en medio del paseo. No necesitas ser entrenador para aplicar estas acciones, solo tienes que estar presente y observar cómo responde el perro cuando le das la oportunidad de pensar.
La fase de entretenimiento y calma tiene que ver con el disfrute y con bajar las revoluciones. Puedes sentarte con el perro a observar el mundo, permitir que se acueste tranquilo o se relaje mientras tú mantienes una actitud serena. Esta parte del paseo ayuda a regular emociones, especialmente en perros que suelen estar nerviosos, miedosos o sobreestimulados. También sirve como cierre ideal para que el regreso al hogar sea tranquilo y sin sobresaltos.
Todas estas fases deben estar presentes en cada paseo, aunque no todas tengan el mismo peso. A veces será más físico, otras más mental. Lo importante es que el paseador sepa leer al perro. No se trata de aplicar un molde idéntico para todos. Se trata de adaptar la experiencia al momento, al tipo de perro y al contexto del día.
Cuando cada fase se respeta y se ejecuta con intención, el paseo deja de ser una rutina y se convierte en una herramienta poderosa para la salud emocional y conductual del animal. A la larga, también se nota en la relación con el tutor, en cómo el perro responde en casa y en cómo mejora su comportamiento en otros entornos.
Este enfoque es lo que distingue a eacanina. Aquí no caminamos por caminar. Aquí construimos momentos de bienestar, aprendizaje y conexión. Pasear bien es una forma de cuidar. Y cuidar, para nosotros, es parte de lo que somos.